martes, 28 de julio de 2009

EL DIPUTADO ALBERTO CANTERO HABLA DEL PROFESOR GIBERTI

EXTRAÍDO DE PÁGINA 12 DEL 27/7/09

Sus enseñanzas siguen vigentes

Por Alberto Cantero *

El ingeniero agrónomo Don Horacio Giberti, falleció a los 91 años luego de una incansable trayectoria de entrega, esfuerzo y lucha por el desarrollo integral de la Nación. De todas las funciones que cumplió, como profesor, como técnico, consultor internacional, como presidente del INTA entre 1958/61 o como Secretario de Agricultura y Ganadería en 1973/74, han quedado sus enseñanzas de notable jerarquía y profundidad intelectual, pero especialmente su capacidad de llevar adelante las convicciones con firmeza, con claridad y plantear las verdades sin medias tintas.

Como presidente del INTA marcó un rumbo que acompañó a la Institución durante muchos años: proteger los recursos naturales, generar innovaciones y desarrollos tecnológicos propios que estuviesen en directa relación al progreso social y económico del país, especialmente del mediano y pequeño productor con su familia. Aún se reconoce su firmeza en la decisión política de impulsar en 1973 el Impuesto a Renta Normal Potencial de las Tierras, como un instrumento que posibilitara el desarrollo armónico del país, que no hubiese tierras ociosas, que se impulsaran la creación y aplicación de tecnologías que optimizaran la producción. El esfuerzo de otro gran ingeniero agrónomo que tuvo Argentina, Antonio Piñeiro, con un pequeño equipo del INTA realizó la Regionalización Ecológica para poder aplicarlo. La destrucción nacional que sobrevino con la dictadura en 1976, también lo impidió.

Don Horacio Giberti nunca claudicó en sus convicciones ni en la valentía de plantear las cosas tal cual las consideraba. Aún con dificultades en la salud, son de meridiana claridad los conceptos que entrega en una nota con el periodista Diego Ramírez el 12 de mayo de 2008. Refiriéndose al conflicto “de la Resolución 125” dice Giberti “...creo que al amparo de esa demanda se infiltra el intento de debilitamiento del gobierno pero que no es tanto del gobierno en sí mismo, sino es la democracia lo que está en juego...”. Además planteó los riesgos del actual proceso de concentración de tierras por arrendamiento de fondos financieros agropecuarios para la producción de soja al generar conductas rentistas y especulativas, con exclusión del pequeño productor. Para orientar la producción en función del desarrollo rural, y no sólo de aumentos de volúmenes físicos que muchas veces sólo generan pobreza y dependencia en el mediano plazo al país, plantea Giberti que es necesario “... una buena intervención del Estado”. También ha señalado todas las dificultades del actual sistema de comercialización agropecuario, las ventas en negro, y las necesidades de compensaciones que debe realizarse. Dice Giberti: “Si existiera una Junta Nacional de Granos se podría volver al sistema en que el gobierno compra y vende y de ahí simplificar los diferenciales de precios internos y externos, sin tener que recurrir a estos sistemas de compensaciones”.

Giberti nos dejó físicamente, pero su testimonio de vida y sus enseñanzas seguirán vigentes.

* Diputado nacional. Presidente de la Comisión de Agricultura.

HOMENAJE AL INGENIERO HORACIO GIBERTI

Extraido de Página 12

Palabras de despedida
El ex secretario de Agricultura murió el sábado a los 91 años. Abraham Gak, Enrique Martínez y Alberto Cantero recuerdan sus enseñanzas y la valentía con que defendió sus ideas hasta el final.

Adiós al amigo, adiós al maestro


Abraham Leonardo Gak *

Mis primeros contactos con Horacio Giberti datan del año 1973 en que, como presidente del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas, trabajamos en un proyecto común con el entonces ministro de Economía José Ber Gelbard. En esa época –era secretario de Agricultura– tuve las primeras referencias de su personalidad y su labor académica. Pero el verdadero vínculo comenzó a partir del año 1993 en que el destino me permitió unir mi vida a la de Mónica Padlog, sobrina y “adoptada” como hija por el matrimonio compuesto por él y Julieta Menassé.

A partir de ese momento me integré a su familia compartiendo alegrías y sinsabores con ellos, con sus hijos Jorge y Víctor y sus familias. Este vínculo me convirtió en testigo privilegiado de su pensamiento, sus escritos y sobre todo de su sabiduría.

Horacio tenía una personalidad exquisita; su delicadeza en el trato cotidiano no fue mengua para su severidad con los falsos apóstoles, los egoístas que tras el lucro medraban en la búsqueda de beneficios personales o para su casta.

Horacio no fue perfecto. Tenía defectos. Uno de ellos fue que no logró forjar una fortuna personal en su paso por la función pública, como lo logró alguno de sus sucesores. Tuvo el defecto de ser leal a sus principios: nunca los subastó al mejor postor. Consideró que la función pública era un servicio a la sociedad que debía realizarse con devoción y responsabilidad. Su vida fue una constante y permanente preocupación por el destino de nuestro país y de los pobres, los marginados, los explotados.

En su caso, construyó su ideario sobre sólidos conocimientos, investigando con rigurosidad académica la información disponible sobre cada tema que era sometido a su consideración. La prensa ha dado testimonio de sus libros, títulos académicos, su participación en congresos y reuniones científicas y de su intervención en los grandes debates nacionales, de modo que los doy por conocidos. Yo estoy hablando del otro Horacio Giberti: el trabajador incansable en su ordenada y clasificada biblioteca, el maestro generoso que se brinda a sus discípulos, el sufrido hombre que sobreponiéndose a las dolencias físicas que lo atormentaban y a su ceguera, día a día se interesaba en la política, en la economía y en la cultura nacionales. Se hacía leer cotidianamente los diarios y la correspondencia; procuraba que fieles colaboradores transmitieran sus opiniones y organizaran sus entrevistas con los medios; y concurría con entusiasmo a los distintos foros a los que era invitado.

Hoy, sus familiares directos lloran su muerte. Yo no puedo compartir ese dolor. Se fue un modelo. Vivió de acuerdo con sus ideales, trabajó incansablemente, brindó a su país sobrados servicios, formó discípulos, fue fiel padre y esposo. Se sobrepuso al enorme dolor de perder a Julieta, su amor, y a la inesperada muerte de nuestra amada Mónica. Nunca pasó por alto sus obligaciones, fue honesto y brindó el ejemplo de cómo se puede ser feliz sin perseguir riquezas materiales. Qué más se le puede pedir a un hombre.

Me queda el recuerdo de Horacio Giberti sentado en el estrado del aula magna de la Facultad de Ciencias Económicas, con 90 años de edad y ciego, elevando su voz vibrante y exponiendo con sólidos argumentos su indignación por la traición de la Federación Agraria a los pioneros que protagonizaron el Grito de Alcorta en 1912, al verla alineada, más aún, al servicio de los intereses de los grandes terratenientes. Legítima indignación en quien siempre estuvo a favor de la opción por los pobres y por los explotados. Cómo puedo despedir con dolor a este hombre, que tanto hizo y por tanto tiempo por la sociedad en la que vivía. Tenía derecho a decir basta con sus prolíficos 91 años. Porque sus ideas no pueden morir, porque sus enseñanzas se desparramarán en el tiempo y en el espacio, porque no dudo que futuras generaciones de expertos abrevarán en sus libros y escritos, me inclino reverente ante su memoria con un sonoro: misión cumplida.

* Profesor honorario de la UBA



Un hombre coherente
Por Enrique Martínez *

El breve gobierno de Héctor Cámpora quedó devorado por el vértigo de la Argentina de ese momento. Entre las cosas que debieran recordarse de él está el notable conjunto de pensadores progresistas de primera línea que llevó al gobierno. Nombrando sólo los que pude conocer, tengo ahora presentes a Horacio Giberti, Alberto Davie, Rafael Kohanoff y Héctor Camberos en el equipo económico de José Gelbard o el gran Arturo Jauretche, Rodolfo Puiggrós y Rogelio García Lupo en la Universidad de Buenos Aires. En varias otras áreas lo mismo. Personas sin militancia partidaria, pero con identidad y halo propio en materia intelectual, capaces de unir la teoría, la imaginación y la acción concreta, para buscar la justicia social.

Este fue un hecho relevante y no destacado de ese gobierno, tal vez porque ningún otro gobierno desde la recuperada democracia de 1983 lo imitó. Horacio Giberti, como secretario de Agricultura y Ganadería, fue coherente. Simplemente, buscó llevar a la práctica lo que había escrito antes de asumir y luego siguió toda su vida sosteniendo. Su Historia Económica de la Ganadería Argentina nos hizo ver en una película clara el escenario en que nació y se consolidó el poder conservador del país. Sus propuestas, en consecuencia, fueron casi de sentido común, para contrarrestar esa dominación. El fortalecimiento de la Junta de Granos y la Junta de Carnes; la participación activa del Estado en el comercio exterior de productos primarios; culminando con el proyecto de Ley de Impuesto a la Renta Normal Potencial de la Tierra. Este último documento tenía una base de justicia directa: buscaba gravar el potencial productivo de un bien escaso por definición, obligando así a los terratenientes, de cualquier dimensión, a producir con eficiencia o a vender la tierra a quien la quisiera trabajar. El intento no pudo ser.

Por supuesto, la oligarquía lo ubicó entre sus enemigos. Y los “progresistas”, como en tantos otros casos, poco hicieron por contenerlo o por utilizar su saber para hacer. Hoy lamentamos su muerte y honramos su actitud, su pensamiento y su legado intelectual. La democracia, sin embargo, tiene una enorme deuda con personas como Horacio Giberti. Porque además de todo eso, deberíamos estar honrando las obras que se hicieran con su participación, para mejorar la calidad de vida de los compatriotas. No pudo ser. No se quiso. Deberá ser, si es que hemos de construir el país con que Horacio Giberti soñaba, al igual que tantos y tantos de nosotros.

* Presidente del INTI.

FALLECIMIENTO DEL PROFESOR HORACIO GIBERTI

EXTRAIDO DE PÁGINA 12 DEL 26/7/09

Dos recuerdos de Horacio Giberti, fallecido el sábado 25

Por Myriam Pelazas *

“Nunca bajó los brazos”

Había leído varios libros para comprender los alcances de la Reforma Agraria que Perón planteó en su primera presidencia y que quedó a medio camino. Pero no me bastaban para cerrar la investigación histórica que estaba realizando, entonces alguien me pasó su teléfono. Así fue que, hace tres años, llamé a quien fuera secretario de Agricultura durante el tercer gobierno peronista: el ingeniero agrónomo Horacio Giberti, un verdadero referente en Reforma Agraria.

Amable y locuaz, arreglamos la cita y las veces que lo entrevisté me llevé de su casa mucho más que ideas acerca de las dificultades para realizar en este país un proyecto de tal magnitud: tuve el placer también de conocer a un ser humano inolvidable. Don Horacio no sólo esclareció mi “problema de investigación”, sino que ahondó en detalles de su paso como asesor en distintas asociaciones agrarias y, sobre todo, en su estrecho vínculo con quien sería el ministro del “Pacto Social”.

Había conocido a José Gelbard, tiempo atrás, en la CGE y éste en 1973 le dio la llave para imponer su idea de proyecto agrario. Justamente a él, que había sido bastante “contrera” –y con suficientes motivos, como le gustaba decir sonriendo, durante los primeros años peronistas– ese gobierno le daba la posibilidad de que junto a un equipo notable (al que no se cansaba de elogiar) cambiara la realidad del campo argentino. Pero en esos tumultuosos días, su plan no fue entendido y fue leído como demasiado reformista por los sectores revolucionarios y como radicalizado y peligroso, por los fuertes intereses de siempre. Y quedó en la nada.

Ahora bien, otros asuntos suyos prosperaron. Fue invitado por decenas de países para que los asesorara en temas agrarios, mientras se refugiaba de la dictadura que lo perseguía, como antes la Triple A. Además sus enseñanzas quedaron plasmadas, por ejemplo, en Historia económica de la ganadería argentina, donde diversas generaciones de investigadores continuamos hallando respuestas para entender el país.

En estos últimos años, aunque la vista se le iba como su esposa Julieta Menassé, con quien amorosamente había recorrido la vida hasta bordear los 90 años, don Horacio seguía evaluando el acontecer diario. Hasta Magdalena R. Guiñazú, hace unos meses, lo entrevistó para Perfil y por más que hizo un perseverante esfuerzo no logró que el ingeniero dijera lo que a ella le hubiera gustado para congraciarse con su público. Por el contrario, Giberti, que reconocía equivocaciones del Gobierno, enfatizaba en ese y en otros reportajes que “la gente de la CRA y de la Carbap son la fuerza de choque de la SRA”, a la que adjudicó “un acento despectivo hacia lo que es democrático”. Para terminar diciendo que “a lo largo de la historia podemos encontrar siempre la lucha entre el capital y el trabajo. No sé cómo se va a resolver. Lucharía para que sea de la manera más conveniente: el hecho de que haya existido siempre esa lucha y no siempre con un triunfo de los mejores, no quiere decir que bajemos los brazos”. Y nunca los bajó, hasta su último día.

* Profesora de Historia Argentina y de América latina. Ciencias de la Comunicación, UBA.



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Por Norma Giarracca *



Las lecciones del Ingeniero

La muerte de Horacio Giberti nos llevó a recordar una faceta del “Ingeniero”, como lo llamábamos quienes lo conocíamos desde 1973. Ese año fue nombrado secretario de Agricultura y se desempeñó en dicho cargo en las presidencias de Cámpora y Perón, con José Gelbard como ministro de Economía. Para muchos jóvenes sociólogos e ingenieros agrónomos, que ya estábamos trabajando en la secretaría en un grupo técnico que se llamaba Sociología Rural, a partir de que él asumió nuestro trabajo cobró un nuevo sentido. Nos incorporamos al proyecto para el sector agrario que Juan Perón tenía en su tercer gobierno: interceptar la fabulosa renta agraria en manos de los terratenientes y grandes capitalistas agrícolas de la región pampeana y apoyar un desarrollo sustentable para el sector más desfavorecido del agro extrapampeano. Nosotros colaboramos en esta última tarea, pero no dejamos de interesarnos y discutir algunas ideas en relación con todo el otro paquete de medidas: proyectos de ley de Renta Normal Potencial de la tierra, Arrendamiento Forzoso y la famosa Ley Agraria que fue el límite que la poderosa burguesía agraria estaba dispuesta a soportar. La muerte de Perón y el giro del gobierno de Isabel Perón prepararon el camino para la política de Martínez de Hoz con el dictador Videla.

La posición del ingeniero Giberti fue clara, consensuada (se creó un sistema de política agraria de consenso, sin la participación de la Sociedad Rural) y no dejaba lugar a ambigüedades ni dudas de hacia dónde se dirigía, a quién se debía limitar en sus feroces ganancias, que sin dudas en esos tiempos era la SRA. No existían aún el “agronegocio”, los grandes exportadores de granos ni un sector financiero que los apoyara.

Giberti y su esposa, Julieta Menasé, su mano derecha y una especie de subsecretaria sin cargo, nos abrieron espacios a pesar de nuestra juventud y posiciones “supuestamente” más radicales que las de ellos. Muchos sociólogos rurales tuvimos el privilegio de formar parte de esa gestión y luego fuimos “prescindidos” (eufemismo del despido represivo) cuando todo ese equipo fue relevado junto con el ministro de Economía, José Ber Gelbard.

Luego vinieron los exilios internos y externos y cuando en 1984 nos reencontramos con el Ingeniero, tuvimos el honor de realizar un seminario de Sociología Rural juntos para la carrera de Sociología. Memorable y numeroso seminario, donde participó como invitado su amigo Humberto Volando, aún en Federación Agraria. Hace poco recuperamos una grabación del Ingeniero analizando el Martín Fierro para describir el campo pampeano de la segunda parte del XIX, enseñándonos cómo José Hernández conocía los distintos sujetos y formas de producir de su época. Memorable clase, que hoy nuestros alumnos tienen el privilegio de leer.

Hace tres años murió su esposa, mujer lúcida, cálida y simpática que no sólo lo acompañó, sino que fue decidida y clara en los momentos difíciles. Los recordamos a ambos en los suntuosos salones de la Secretaría de Agricultura, institución del viejo poder terrateniente, habitándolos en forma sencilla, con ese modo simple de personas cultas y progresistas que tenían muy claro por qué y para qué la historia los había colocado en esos despachos.

* Profesora de Sociología Rural, coordinadora del GER en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA).

jueves, 23 de julio de 2009

ONNCA: LA NECESIDAD DEL CONTROL POR PARTE DEL ESTADO

jueves 23 de julio de 2009

LA IMPORTANCIA DE LA ONCCA
Cdor. EMILIO EYRAS

Pasadas las elecciones legislativas y luego de la inusitada instigación mediática que nos acosó, considero que es importante conocer y difundir por todos los medios que dispongamos las opiniones de aquellos funcionarios responsables de organismos como la ONNCA.

“Cuanto más se gane con la soja, menos se producirá de leche” .
“Australia y Canadá también tienen retenciones fuertes e importantes entes de control”, advierte en esta entrevista el titular del organismo de control del comercio rural, blanco permanente de la Mesa de Enlace. Además, apunta a las consecuencias de la sojización.


por Roberto Navarro:
Uno de los temas que quiere tratar la Mesa de Enlace con el Gobierno es poner un límite el poder de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca). La queja se refiere, fundamentalmente, a las restricciones a las exportaciones de trigo y carne y al precio que reciben por la leche. En entrevista con Página/12, Emilio Eyras, el presidente de la entidad de control agropecuario, explicó que “la Oncca tiene la obligación de asegurar el abastecimiento de alimentos a la población. Una vez cumplido, el resto se libera para la exportación”. También aseguró que el problema de la leche y la carne tiene que ver con la caída de los precios internacionales y no con las políticas de la Oncca.
–Los jefes gremiales del campo afirman que la Oncca, al limitar las exportaciones, está desincentivando la producción. ¿Cuál es su opinión?
–La estrategia de la Oncca es asegurar el abastecimiento interno; todo el resto de la producción es exportable. Con lo cual, salvo esa cantidad, no existe restricción real. Es una política de Estado cubrir las necesidades de la población a precios acorde con el poder adquisitivo de los argentinos. Pero esta política no tiene por qué desincentivar la producción. Pueden producir para acá y para el exterior.
–En el pasado ese control no existía y no había desabastecimiento.
–Tampoco existían los precios internacionales que hay hoy. En el país hay un sistema de redistribución general que tiene que ver con las retenciones agropecuarias y con una reasignación de recursos por parte del Estado. Si no existiesen ciertas políticas de control, quizá muchos precios, como por ejemplo el de la harina, un producto imprescindible, serían mucho más altos.
–No todos los precios están más altos. La carne y el trigo se mantienen a precios históricos.
–En 2008, con esta burbuja financiera que se había generado, el precio de los commodities se duplicó. Si no hubiesen existido determinadas políticas, los argentinos hubieran pagado estos productos, que hacen a su mesa de consumo de todos los días, mucho más caros. Y a veces en esta discusión, como la Argentina es un país productor, no se empieza a ver qué pasó en el mundo. Un país como Vietnam, principal productor de arroz, cerró directamente sus exportaciones, porque los precios a los que había llegado el producto impedían que su población pudiese acceder al arroz, que es básico para su alimentación. Lo mismo hizo la India..

–¿Cuál es el problema particular con el tema de la carne?
–Lo que deprimió el precio de la carne es la crisis internacional. Es todo. Yo tengo diálogo habitual con las cámaras exportadoras y ellos concuerdan con que lo que ha deprimido los precios ha sido la crisis: no tiene nada que ver el sistema. Lo que hacemos es garantizar el abastecimiento interno de un producto como la carne, que es fundamental para los argentinos, pidiendo que los frigoríficos no exporten más del 35 por ciento de su stock. Es decir, dos terceras partes quedan para el mercado interno y el resto se libera. Pero el precio se cayó en el mundo. En muchos países, parte de la población reemplazó la carne vacuna por pollo u otros alimentos de menor valor. Es un problema de la coyuntura. No se puede ganar lo mismo en medio de una crisis histórica que en un momento normal.
–¿La caída de la producción de trigo y de maíz a qué se debe?
–Por la sequía y, fundamentalmente, porque en la Argentina está habiendo un cambio importante en la producción agropecuaria: la rentabilidad de la soja trae aparejada que sea mucho más tentador la producción de la oleaginosa que otros granos. Una cosa que la gente no sabe es que la mayoría de los campos que se trabajan son arrendados y eso tiene un costo muy alto, que obliga a buscar un producto que tenga la mayor rentabilidad. A partir de ahí se toman decisiones empresariales.
–¿Qué pasa con la lechería? La Mesa de Enlace afirma que por políticas del Gobierno se cierran los tambos.
–El tema de la lechería es un punto que también está bastante desvirtuado. Yo recuerdo hace unos años atrás, cuando había otras medidas de otros gobiernos, los tamberos también se quejaban del precio de la leche que se le pagaba por su producción. Tiraban la leche a la vera de la ruta y no había estas políticas. El precio de la leche bajó a nivel internacional y, por otro lado, al igual que en otros casos, los chacareros prefieren trabajar soja. Por eso, cuando se reclama una baja en la retención de la soja, parece que nadie está analizando qué pasaría del otro lado. Cuanto mayor rentabilidad deje la soja, menor será la producción de leche y otros productos agropecuarios. Esto está pasando también en otros países. En Estados Unidos se debate lo mismo. Está bien que el productor busque el lucro, porque son empresarios. Pero yo creo que el Estado tiene que velar por los intereses del conjunto..

–Las cámaras del campo también señalan que existe discrecionalidad cuando se piden los registros de exportación (Roes).
–En los Roes, el rojo, que es el de la carne, el circuito pasa primero por la Secretaría de Comercio Interior, que hace sus evaluaciones. Lo que hacemos en la Oncca es el chequeo formal de que ese contribuyente no tenga deudas fiscales, que tenga en regla toda su situación ante el organismo, que pague las matrículas y, si todo es normal, se aprueba y se libera el Roe..

–Lo que usted explica no significa que no haya discrecionalidad.
–No son ciertas las acusaciones, el Roe de carne común tiene quince días y el de cortes selectos lo bajamos a cinco. Y están saliendo normalmente.
–¿Qué porcentaje se aprueba y cuál se rechaza?.

–En el Roe rojo (de la carne) el año pasado sobre 25.000 pedidos se rechazaron 500, un porcentaje menor si se toma en cuenta las irregularidades históricas del sector.
–¿Hacia dónde va la Oncca?–La Oncca debe ser un organismo de control fuerte. Creemos que como cualquier actividad del comercio agropecuario rural en el mundo debe ser auditada. Hoy ningún operador puede operar si no tiene una matrícula de la Oncca oficial. Vamos en camino a seguir federalizando el organismo, queremos que esté en todo el país, porque así se beneficia el operador, que no tiene que viajar a Buenos Aires por un trámite. Y profundizar nuestro rol de control, que creo que es el más importante..

–Las cámaras patronales dicen que se discrimina al sector porque son los únicos que tienen restricciones a la exportación.
–En principio, es lógico que un país priorice la alimentación de sus ciudadanos por sobre otros temas. Además, que esta es la parte importante de nuestro modelo de gobierno, se apunta al valor agregado. La idea es que los bienes que se exportan tengan la mayor cantidad de valor agregado posible, porque esto es mano de obra, esto es inclusión social. De hecho, es una cuestión filosófica que las retenciones de las patentes de las materias primas sean más altas que las retenciones de los derivados de esos productos.
–Si la estrategia es restringir la exportación de productos, como el trigo y la carne, para asegurar abastecimiento y precios razonables para el mercado interno, y la producción de esos alimentos está cayendo. ¿El sistema está fallando?.
–No hay otro sistema. Lo que ocurre es que la soja condiciona todo el negocio. Australia y Canadá son países que tienen retenciones fuertes en lo que es su producción agrícola y tienen importantes entes de control. En esos países la situación es similar a la de acá. El tema de la soja es un problema que se generó en la mayor parte de los países productores, el control que hay para que no sea monocultivo y pueda darse lugar a otros cultivos fundamentalmente hacen al consumo humano y de las poblaciones. Puede haber distintas formas de ver el problema: una de las formas también puede ser mayor intervención del Estado.

martes, 21 de julio de 2009

Extraído de Miradas al Sur

Ocho historias del poder económico más concentrado

Durante el años pasado, Acindar, dominada por el grupo brasileño Arcelor Mittal, exportó por 139 millones de dólares.
19-07-2009 / Ganancias, evasiones, trampas y otras maniobras de algunas de las empresas más poderosas de la Argentina, con negocios en la provincia de Santa Fe.
Por Carlos Del Frade
Desde Rosario


La facturación de las mil empresas que más venden representa casi el 80 por ciento del producto bruto interno de la Argentina. En buen romance esto quiere decir que un millar de personas facturan ocho de cada diez pesos que producen casi cuarenta millones de argentinos. Una fenomenal concentración de riquezas en pocas manos. Matriz invicta de los años noventa.

En la provincia de Santa Fe, por ejemplo, las veintiséis firmas dentro de las primeras cien que desarrollan sus actividades en el territorio, facturan 178.383 millones de pesos, dos veces y medio el producto geográfico. Es decir, que veintiséis personas triplican en ventas lo que producen en un año más de tres millones de santafesinos. Los datos provienen del último número de la revista Mercado, el número 1095, de junio de 2009, y están basados en los balances de las propias empresas del año 2008. Por detrás de estas cifras hay historias que merecen ser tenidas en cuenta para pensar un país distinto de cara a los doscientos años del sueño colectivo inconcluso parido en mayo de 1810. ¿Cuándo se producirá la famosa distribución de la riqueza? Esta nota habla de algunas historias actuales, en una provincia argentina, del poder económico concentrado.

Cargill. En junio de este año, el gobierno de Hermes Binner notificó a Cargill una deuda de 570.000 pesos y no descartó embargos. La subsecretaria de Ingresos Públicos de Santa Fe, Teresa Beren, estuvo en la planta de la multinacional en Puerto General San Martín para notificar la deuda en concepto del inmobiliario por tener 140 mil metros cuadrados en construcciones sin declarar.

Fue en relación con el denominado “operativo puertos”, que persigue el objetivo de detectar aquellas empresas evasoras de impuestos provinciales. El gobierno hizo un relevamiento que arrojó la existencia de 800.000 metros cuadrados sin declarar en todo el complejo del Gran Rosario.
La información incluía un análisis de la funcionaria que decía que “la empresa pagaba por año 13 mil pesos en concepto de impuestos inmobiliarios, y había muchos metros que no estaban declarados ante la provincia. Le hemos informado a la Aduana y a la Afip, que estaban incorrectamente inscriptas en las 24 provincias argentinas, porque se declaraban exentas frente a estas provincias en los regímenes de retención y percepción”.

El 9 de julio pasado, a través de una solicitada en los principales medios de comunicación del país, Cargill denunció el “incesante y discriminatorio show mediático” que la involucra a raíz del embargo trabado por el fisco provincial en reclamo de aquella deuda de 570 mil pesos en concepto de impuesto inmobiliario.

La multinacional se quejaba de “la reiteración de comentarios oficiales sobre supuestos millonarios incumplimientos” en el pago de impuestos. “Sorprende que una regular inspección impositiva por parte de la API, se haya convertido en un incesante y discriminatorio show mediático”, apunta Cargill en la solicitada, y agrega: “Peor que ello es que se reclaman por el impuesto inmobiliario montos que no corresponden o que ya fueron pagados antes de las inspecciones y embargos sufridos”.

El gigante estadounidense asegura, después de repasar sus inversiones y lo que paga de impuestos en Santa Fe, que “se confunde a la opinión pública al decirse que ya se abonaron esos montos, cuando en realidad la empresa sufrió intempestivos e innecesarios embargos”. En ese sentido, explicó que “afrontarlos para poder seguir operando no es consentir lo reclamado”.

Uno de los que salió a respaldar a la empresa fue el intendente de Puerto General San Martín, Carlos De Grandis, al decir que la multinacional había informado sobre la ampliación de obras.
De Grandis debería explicar, además, por qué dejó que Cargill corriera la cruz que recuerda la epopeya de la batalla de Punta Quebracho, el 4 de junio de 1846, donde decenas y decenas de familias gauchas enfrentaron a una flota inglesa a punta de lanzas y piedras. Aquel símbolo forma parte de un monumento histórico nacional que no fue respetado en lo más mínimo por la cerealera ubicada en esa cintura cósmica que dibuja el río Paraná en tierras de Puerto San Martín.

Pero más allá de las solicitadas y las complicidades, los números del último balance conocido de Cargill ubican sus ventas durante el año 2008 en el monto de 19.700 millones de pesos anuales, casi 55 millones de pesos diarios, más de dos millones por hora y 38 mil pesos cada sesenta segundos. Cargill es la firma número cuatro en el ranking de las mil empresas que más venden en la Argentina.

Molinos. La ciudad de San Lorenzo parece hoy el patio trasero de las monumentales obras que levantó Molinos Río de la Plata. La empresa, varias veces denunciada por contaminación ambiental por vecinos de varios barrios de la ciudad histórica, sigue creciendo en tamaño y facturación. De acuerdo con su privilegiado puesto 14 entre las mil que más venden, Molinos llegó a facturar más de ocho mil millones de pesos durante el año 2008. A razón de 15.447 pesos cada sesenta segundos.

Por ahora los concejales de San Lorenzo no dieron permiso para la ampliación que pretende la cerealera ante la decidida posición asumida por los vecinos.
Pero después de los resultados electorales de junio es probable que la firma siga ensanchando su territorio en detrimento de la calidad de vida de los lugareños y respaldada por semejante volumen de ventas.

Minera Alumbrera. La Minera Bajo Alumbrera exporta su producción por los muelles de Terminal 6, también en Puerto General San Martín. Nadie sabe lo que se lleva. Y nada queda en la ciudad del sur santafesino como tampoco en las aduanas regionales.

Lo que sí se sabe es lo que factura.

Ubicada en el puesto 25 entre las mil empresas que más venden en la Argentina, la minera vendió por 5.750 millones de pesos durante 2008. La nada despreciable suma de 11.034 pesos cada sesenta segundos.

De allí que sea necesario recordar la dimensión del saqueo: “Mientras las petroleras disponen del 70% de las divisas provenientes de la exportación, las mineras pueden dejar afuera el 100% de ellas. Los decretos del P.E.N. Nº 417/03 y 753/04 así lo establecen. Un ingeniero de Minera Alumbrera declaraba en un programa de televisión: “El 100% del producido, que son 700.000 toneladas al año, 104 toneladas por hora, se exportan desde puerto propio en la localidad Puerto Gral. San Martín, al norte de Rosario. Es decir, la totalidad de la producción de 700.000 toneladas de cobre y oro son exportadas a mercados externos, Brasil, Estados Unidos, Europa y Oceanía”.

De lo que no se habla es del valor de esta riqueza: ¿cuánto representa a valores de hoy? La S.M.N. estima que Minera Alumbrera “espera producir 195.000 toneladas de cobre y 700.000 onzas de oro durante el 2003”. Si tomáramos estas cifras e hiciéramos un estimado a la cotización de la Bolsa de Londres de hace unos días las 195.000 toneladas de cobre a 7.830 dólares la tonelada, daría 1.526.850.000 millones y las 700.000 onzas de oro a 788,50 dólares, serían 481.950.000 millones. Es decir: un total de más de 2.000 millones de dólares anuales, sin contar las decenas de otros metales que acompañan el oro y el cobre y por los que no declaran ni pagan”. (Fragmento del artículo “El despojo de los metales argentinos”, por Fernando Pino Solanas (Moreno).

General Motors. La empresa radicada en General Alvear facturó por 5.230 millones de pesos durante 2008. Se ubicó en el puesto 28 entre las mil que más venden en el país. Es decir que facturó a razón de más de diez mil pesos cada sesenta segundos.

¿Por qué, entonces, recibió el auxilio del estado nacional con fondos de la Anses?

En junio de este año, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, viene a anunciar un crédito directo con fondos de la Anses de entre doscientos y trescientos millones de pesos para complementar los 500 millones que la multinacional de origen norteamericano necesita para desarrollar su nuevo modelo de auto, el Biba, aunque todavía no tiene marca comercial.

Esa misma semana el estado norteamericano anunció la nacionalización de la empresa.
De tal forma se llegó al ridículo que trabajadores y jubilados argentinos están subsidiando al tesoro del imperio.

¿Le hace falta el dinero de los trabajadores y jubilados argentinos al estado norteamericano y a la mismísima planta de General Alvear que facturó más de diez mil pesos por minuto? El argumento fue que se garantizaban las fuentes laborales. Algo extraño porque a principios de año el propio Ministerio de Trabajo de la Nación junto al gremio Smata y la dirección de la empresa habían firmado un compromiso de paz social de más de un año que garantizaba el no despido de empleados.


Vicentín. La empresa está radicada no solamente en el sur santafesino, sino en el corazón del castigado departamento General Obligado, techo de la provincia.

En aquella región donde todavía son visibles las huellas de La Forestal, Vicentín facturó por 4.900 millones de pesos anuales.

Nada menos que casi nueve mil quinientos pesos por minuto.

Semejante cifra de ventas la ubicó en el puesto 29 entre las mil que más facturan en la Argentina.
Cada año, Vicentín genera algún tipo de conflicto que deja trabajadores en la calle en la zona de Reconquista, ciudad cabecera del departamento General Obligado.

Es la otra parte, la cara menos visible de semejante volumen de dinero.

A finales de los años noventa un informe del Servicio de Paz y Justicia del Arzobispado de Reconquista sostenía: “Los padres de familia sin trabajo, viven angustiados. Se comprobó en ellos un estado de nerviosismo y poco aprecio por sí mismos, creando más a menudo situaciones de violencia en sus familias. Los jóvenes no encuentran salida laboral, no pueden estudiar; muchos de ellos a más temprana edad, se dedican con frecuencia al robo, producto de la desesperanza en que se encuentran sus familias. Los adolescentes se prostituyen, los niños van a la escuela con dificultades de aprendizaje debido a la falta de alimentación adecuada y la carencia de apoyo en las tareas escolares por parte de sus familias, dado que muchos de sus padres no completaron el ciclo básico primario. En los últimos años se ha producido un gran porcentaje de migración a las ciudades en busca de una mejor calidad de vida, se comprobó que muchas familias construyeron sus viviendas precarias en calles públicas y/o terrenos baldíos municipales, agravando aún más el problema de la vivienda”, indicaba aquel documento.

Vicentín, mientras tanto, crece en volumen de ventas y, en forma paralela, no produce ningún tipo de desarrollo que responda a la famosa Responsabilidad Social del empresariado.

Acindar. La historia de Villa Constitución es también la historia de Acindar. La empresa fundada por Arturo Acevedo a finales de los años cuarenta en la ciudad de Rosario terminó siendo un verdadero poder económico, político, social y cultural más allá de la ciudad del departamento Constitución.

En la segunda mitad de este año, los dirigentes de la Unión Obrera Metalúrgica están preocupados por la serie de conflictos laborales y salariales que tienen como primer escenario las llamadas empresas tercerizadas que dependen de la acería. Los últimos accidentes laborales mortales dan cuenta del nivel de precarización laboral que existe en la planta.

Pero más allá de estos apuntes de la historia reciente, hoy Acindar depende del grupo Arcelor Mittal, de Brasil, que posee el ciento por ciento de su capital. En 2008 llegó a exportar por 139 millones de dólares.

De acuerdo a los números que publica la revista Mercado, Acindar facturó por 3.935 millones de pesos. Más de 7.500 pesos cada sesenta segundos. Un fenomenal poder económico que, sin embargo, no hace muchos esfuerzos por cuidar la vida de sus trabajadores.

Coherencia con los postulados desarrollados durante la gerencia que desarrolló José Alfredo Martínez de Hoz entre 1973 y 1976, cuando pagó hasta doscientos dólares a cada uno de los cuatro mil efectivos de la policía federal y otras fuerzas que coparon la ciudad obrera el 20 de marzo de 1975. Aquellos que convirtieron el albergue de solteros de Acindar en el primer centro clandestino de detención de personas en el país. Un año después, Martínez de Hoz era designado ministro de Economía de la dictadura más sangrienta de la historia argentina.

Sancor. Los pequeños productores lecheros reciben 75 centavos por litro de leche.
Algo que no tiene nada que ver con el nivel de facturación de las principales empresas del sector. El 17 de setiembre de 1938 se constituyó la cooperativa SanCor, en la localidad de Sunchales, departamento Castellanos, casi en el límite con la provincia de Córdoba. Dos años después comenzó a funcionar la primera industria. Cuenta la historia oficial de la empresa que “había por entonces ya una buena cantidad de cooperativas tamberas, diseminadas en una vasta región que comprendía varias provincias. Los resultados satisfactorios de SanCor indujeron a muchas de ellas a sumarse al grupo fundador, mientras que también surgían otras más, respondiendo a la decisión de tamberos deseosos de incorporarse a la nueva “cooperativa de cooperativas”. Así, en pocos años, SanCor alcanzó un rápido desarrollo y se expandió por toda la actualmente llamada cuenca lechera central argentina. A la primitiva elaboración de manteca, fundamento de prestigio nacional e internacional, siguieron incorporándose otras actividades industriales, que consolidaron a la empresa de los productores de leche y le confirieron el liderazgo de la lechería del país. Contribuyó también a ello la fluida interacción entre las actividades industriales y la producción primaria, que permitió a los tambos y cooperativas asociadas acompañar con crecimientos cuantitativos y cualitativos la evolución de la empresa común”.

Sesenta años después los resultados de aquella original cooperativa la definen hoy como una empresa formadora de precios y reguladora del mercado lácteo.

SanCor está ubicada en el puesto 70 entre las principales mil que más venden en el país y facturó por valor de 2.104 millones de pesos durante 2008. Más de cuatro mil pesos por minuto. Una cifra que no guarda relación con lo que ganan los tamberos ni tampoco con lo que reciben los trabajadores de la industria.

Monsanto. El glifosato sigue impune no solamente en la provincia de Santa Fe, sino en todo el país. La multinacional facturó el año pasado por valor de 1.800 millones de pesos, ubicándose en el puesto 87 entre las primeras mil empresas que más venden en la Argentina. Es decir casi tres mil quinientos pesos cada sesenta segundos.

A Monsanto parece no importarle la realidad de los chicos banderas de Las Petacas, en el departamento San Martín, centro oeste de la provincia. Las Petacas se llama el exacto escenario de la zona del centro oeste del segundo estado argentino donde los pibes son usados como señales para fumigar. Chicos que serán rociados con pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas y que luego serán reemplazados por otros nadies.

Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama esquinero. Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el mosquito, desde el punto del medio de la máquina y pararse allí, dice uno de los pibes entre los catorce y dieciséis años de edad. El mosquito es una máquina que vuela bajo y riega una nube de plaguicida.

Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años, se paran con una bandera en el sitio a fumigar. Los rocían con Randap, a veces 2-4 D. Tiran insecticidas y mata yuyos. “Tienen un olor fuertísimo. A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara”, describe el niño señal, el pibe que será contaminado, el número que apenas alguien tendrá en cuenta para un módico presupuesto de inversiones en el norte santafesino.

No hay protección de ningún tipo. Y cuando señalan el campo para que pase el mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hectárea y cincuenta centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que va más lerdo, dice uno de los chicos.

Con el mosquito hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. “Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor”, agregan los entrevistados.

Uno de los chicos dice que sabe que esos líquidos le pueden hacer mal: “Que tengamos cáncer”, ejemplifica. “Hace tres o cuatro años que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza. A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza”, dicen las voces de los pibes envenenados. “Nos buscan dos productores. Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque usan banderillero satelital. Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día. No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados. A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso”, remarcan los niños.

El padre de los pibes ya no puede acompañar a sus hijos. No soporta más las hinchazones del estómago, contó. “No tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo”, dice el papá cuando intenta explicar por qué sus hijos se exponen a semejante asesinato en etapas. La Agrupación de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam) habían emplazado al presidente comunal Miguel Ángel Battistelli para que elabore un programa de erradicación de actividades contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de agroquímicos. No hubo avances. Monsanto sigue vendiendo el glifosato y facturando miles de pesos por minuto.


Ocho historias del poder económico concentrado de la Argentina de hoy, ese mismo poder económico que hoy quiere avanzar sobre el Estado, para ser menos controlado, disminuir sus costos y aumentar sus siderales ganancias.